¿HASTA
DÓNDE?
El otro día leía una entrevista de un escritor de los que
vende, en plena promoción de su último libro y el entrevistador le preguntaba con asombro como un hombre de
acción como él podía hacer liga con un ratón de biblioteca, haciendo referencia
a otro famoso escritor, a lo que contestaba; “Los dos leímos los mismos
libros, nos criamos en un territorio común, buena biblioteca paterna y
aficiones comunes, hasta los mismos tebeos leíamos”.
Los fulanos en cuestión son algo más jóvenes que mi padre,
pero no lo suficiente como para que España hubiera cambiado tanto que
justificase la diferencia entre la niñez
de estos dos y la de mi padre.
Mientras que estos despertaban en una cama limpia,
desayunaban un buen tazón de leche en el
que sopaban galletas o un buen trozo de pan blanco recién hecho y esperaban con
la ilusión el que sus padres les dieran
las cuatro monedas que les permitían bajar al quiosco corriendo para recibir la última aventura de
su personaje favorito, la gran mayoría de los niños en España y mi padre entre
ellos, se despertaban con la esperanza
de que en la mesa hubiera algo que
saciara esa hambre continua, endémica que les acompañaba desde el primer día de
su vida.
Mis padres criaron tres hijos, con un gran sacrificio, que les obligo a una
vida de trabajo y esfuerzo continuo. Gracias a ello, mis hermanas y yo tuvimos una infancia y
adolescencia feliz y junto con las ayudas
públicas, recibimos una formación
que nos permitió llegar a cada uno hasta donde pudo o quiso.
Yo soy un asalariado, que tiene la suerte de seguir
trabajando y al igual que los padres de estos pavos tengo una buena biblioteca
y mi hijo puede leer a Dumas, Conrad, Verne.
También puedo darle para que compre el
último libro de su autor favorito. Hasta hace bien poco estaba convencido que
mi hijo no tendría ningún problema para poder formarse en este país independientemente de los
recursos de su familia, ahora eso ya no esta tan claro.
Nuestro gobierno justifica todas sus acciones en un solo
problema “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. Y la pregunta es simple ¿Hasta dónde creen que tenemos que
retroceder?
Ustedes señores del gobierno no tienen que retroceder, tampoco han avanzado, siguen
siendo la misma elite extractiva que gobernó a mis abuelos y a mis padres. No recuerdo muy bien a
que olía la dictadura era pequeño, pero no creo que fuera muy diferente al olor a
mierda que ustedes desprenden.
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